Retraso del crecimiento

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“NIÑO QUE NO COME-NIÑO QUE NO CRECE”

En realidad la anorexia infantil y la falta adecuada de crecimiento suponen cuadros pediátricos diferentes pero que, sin embargo, se manifiestan, con frecuencia, asociados.

Las razones biológicas, es decir la etiología real del  proceso total se evidencia  cuando ambas disfunciones se justifican en lo que les une y en lo que les diferencia.

La preocupación de los padres porque su hijo no crece es frecuentemente no compartida por el pediatra que sabe que la altura del niño puede ser normal.

Un niño que no crece puede ser debido a muchas causas: por factores genéticos, por anomalías cromosómicas precisas como las del síndrome de Turner, por defectos en el sistema endocrino con deficiencias tiroides o de somatomedina, de la TSH o de la hormona de crecimiento, por disfunción cardiovascular o respiratoria, por anemia que induce hipoxia, por insuficiencia renal, por problemas óseos y por problemas psicosociales. Por consiguiente, la etiología del fallo de crecimiento es múltiple y requiere una corrección de cada una de ellas.

Sin embargo, en el grupo en que ahora queremos enfatizar nuestro punto de vista es el Retraso Simple del Crecimiento que es el más frecuente en niños. Se trata de niños de talla y peso normales al nacer pero de inmediato retraso en comparación con niños de su edad. Este retraso se prolonga a lo largo de los años y se puede asociar con musculación débil, madurez psíquica retrasada, caracteres sexuales infantilizados, todo ello en más o menos grado.

Es cierto que estos niños pueden “crecer” en todos los planos a los 14 – 16 años hasta alcanzar cierta altura y desarrollo pero el riesgo de que esa maduración no aparezca impone tratamiento que tenga en cuenta el régimen alimenticio y la adición de vit B12, la estimulación tiroidea si fuese precisa y sobre todo en el retraso simple, la hormonoterapia sobre la que en Medicina Biológica no nos pronunciamos.

Algo verdaderamente llamativo en la observación de los niños normales que no crecen es la alta frecuencia en la que presentan un cuadro con: boca, lengua y gargantas secas, calores internos espontáneos, sed, lengua sin capa saburral, pulso fino y rápido y sudores nocturnos. Todo ello expresa una desarmonía neuroendocrina en la producción biológica de catecolaminas que induce a su vez un agobio biológico sobre hipófisis y/o sobre otros órganos. Esta desarmonía neuroendocrina asentada en médula suprarrenal supone exceso relativo de adrenalina y de función simpática en comparación con la vagotonía. Esta desarmonía neuroendocrina induce una irritación hepática enzimática y un déficit de la función digestiva con fallo duodenal de la gestión del agua y edematización subsiguiente.

Equilibrar el sistema neurovegetativo, estimular la función digestiva y eliminar el edema con tratamientos específicos son clave para normalizar el proceso de crecimiento en estos niños.